En una urbanización residencial aparece flotando en la piscina el cuerpo de un joven, socio de un prestigioso bufete de abogados. El suceso conmociona a su esposa y a otras dos parejas de amigos que lo compartían casi todo en ese entorno privilegiado. Pero en cuanto Petra Delicado y su ayudante Fermín Garzón meten la nariz en el caso, empiezan a preguntarse sobre las frágiles fronteras que separan la amistad y la traición, la sinceridad y el engaño, la apariencia y la verdad.
Con Serpientes en el paraíso, Alicia Giménez Bartlett vuelve a hacernos cómplices de una historia de intriga que no se resuelve hasta la última página.
Mi instinto me decía que nos hallábamos frente a un asunto biográfico, y que ya podíamos dejar de pensar en ladrones casuales y atacantes anónimos. Habíamos encontrado la materia mínima suficiente para buscar un porqué.
--Las esposas no van hincando las uñas en la espalda de sus maridos cualquier noche de sábado, Fermín. Este tipo de pasiones sólo se producen en el adulterio.
--Sobre eso no puedo opinar. Mientras mi esposa vivió siempre le fui completamente fiel.
Me pareció de mal gusto preguntarle cuántas veces su esposa le había estropeado la piel en refriegas eróticas, así que me limité a decir:
--Entonces tendrá que fiarse de mi experiencia.