Para conseguir aquellas alas, la condición era clara: "Nunca usarás la facultad del vuelo para conocer la intimidad de los otros". Él accedió. Y fue sincero cuando mintió al decir que cumpliría. Y cumplió por mucho tiempo.
Durante años olvidó su pasado de tierra y voló entre las aves. Su cuerpo no conoció la vejez, aunque tampoco el placer. Ni arrugas ni abrazos, así era la vida en el aire. Y así fue, hasta que una tarde de tormenta voló bajo, cerca del mar. La mujer desvalida en su barca llena de agua, alcanzó a verle y dejó por un instante de pensar en la muerte para desear estar a su lado. Eso le salvó la vida. Esa fue la llamada. Él, aunque lo intentó, no pudo ya dejar de mirarla ni de preguntarse cómo soportaba ella, en las noches del mar, esa soledad que le asomaba a los ojos y que era idéntica a su soledad de años de vivir en el aire. Atosigado por la curiosidad, pensó que haberse mostrado en la tormenta le daba derecho a una breve mirada a la intimidad de la mujer8230;
Un viaje de ida y vuelta entre un hombre y una mujer que se conocen cuando no son humanos y se reencuentran cuando todavía no lo son. Una historia de anhelos y encuentros, de carne y de huesos, levemente inspirada en la leyenda de la mujer esqueleto, que nos habla de lo humanos que somos aunque no lo sepamos, aunque no lo parezcamos, aunque no nos demos cuenta.