La entrada de las tropas franquistas en Bilbao el 19 de junio de 1937 y la posterior rendición del ejército de Euzkadi en Santoña hicieron que el País Vasco quedase convertido en una inmensa cárcel, en la que, además, los pelotones de ejecución funcionaron a destajo. Ascensión Badiola describe esta página espeluznante de la inmediata posguerra y lo hace con absoluto rigor, basándose fundamentalmente en fuentes militares que hasta hace unos años han estado vedadas a la investigación. De esta forma, traslada al lector a las cárceles de Larrinaga, Escolapios, el Carmelo... o al chalet de Orue, habilitado para mujeres. También a los campos de concentración, entre los cuales el más importante fue el de Deusto, ubicado en el mismísimo edificio de la Universidad, de donde salieron los hombres que nutrieron los batallones de trabajadores, la mano de obra esclava que el franquismo empleó en las minas, en las industrias de guerra o en obras tan singulares como el aeropuerto de Sondika. Las cifras de la represión impresionan por sí mismas, pero más aún cuando van acompañadas, como es el caso, de los nombres y apellidos de más de 9.000 represaliados por el franquismo, nombres y apellidos que evidencian que detrás de los números existieron personas concretas, de carne y hueso, como se pone de manifiesto también a través de las cartas que dejaron algunos prisioneros antes de morir. Así pues, Badiola pone el foco, con información abundante y de primerísima mano, sobre una página poco conocida de nuestra historia reciente y que, sin embargo, es imprescindible, ya que, antes de pasar una página, conviene leerla.