La vida no es fácil para un conejo como Rodolfo Zanahorias. Después de divorciarse, su ex-mujer se ha quedado con la casa, el coche y casi todos sus ahorros. Con lo único que no se ha quedado es con la custodia de Rodolfito, su hijo en común. Pero eso no es todo, porque el poco dinero que tiene no es suficiente para que su padre continúe en la residencia para mayores, y no le queda otra opción que sacarle de allí. Ahora vive de alquiler con los dos en un piso del extrarradio. Sin embargo, lo que no se imaginaba Rodolfo es que su frustración iba a multiplicarse cada día que pasara con ellos.