Soy famoso entre ladrones.
Mi nombre es Terciopelo. Entro en las casas como una caricia.
Paso como la ola que se extiende sobre la arena. Si pudiese hablar, la casa elegida no diría sino cosas buenas de mí: "Señor Terciopelo, al fin, su visita es un honor, cuánto me ha hecho esperar..." Y luego, a mi llegada, se abre benigna y solícita como una mano amiga.