«Pol tiene veintinueve años y tiene el síndrome de Down. Es como una criatura pequeña pero con un corpachón enorme. Mamá se queja a menudo y dice que todo el mundo comenta que los del síndrome de Down son tan dulces, pero que a ella le ha tocado la excepción, y entonces suspira. Y no es que no sea dulce, pero también es impertinente y se coge berrinches y es tozudo. Y es muy, muy pesado. Porque todo el mundo, tenga la inteligencia que tenga, tiene virtudes y defectos.»