Aparentemente, Carvalho viaja a Bangkok para atender el SOS de una vieja amiga, Teresa Marsé. Pero el lector puede llegar a la conclusión de que huye de su mundo cotidiano, en el que la realidad le es insuficiente y le empuja a perseguir fantasmas, como el de Celia Mataix, asesinada con una botella de champán de marca desconocida, o el de su asesina, Marta Miguel, self-made woman de un pueblo de Salamanca.