La vida del buscón llamado don Pablos es la historia de un muchacho segoviano, hijo de un barbero-"tundidor de mejillas y sastre de barbas"-y de Aldonza de San Pedro, "que no era cristiana vieja", ambos de muy dudosa moralidad: mitad ladrones, mitad brujos. Pablos, por ver de medrar en la vida, entra al servicio de don Diego Coronel y con él cursa estudios. El episodio en el que se narran sus vicisitudes mientras estuvieron al cuidado del dómine Cabra se ha convertido en paradigma del lenguaje barroco y de la sátira-a la vez- más despiadada y divertida. Superada la fase de aprendizaje, el muchacho intenta subir en la escala social pero, en realidad, se sumerge en el mundo de la picardía, hasta alcanzar el infortunio más absoluto.
Por encima de las peripecias de Pablos, la obra es un alarde de ingenio, de hiperbólica muestra del Quevedo más inhumano, que en nada se compadece de sus criaturas. Su verismo es solo literario, y la realidad referida nos llega sometida a una genial deformación que marca una cumbre de nuestra literatura.