Manuel Molina vive en la barriada Quinto Pino de una ciudad que sus moradores llaman Tarrasa, «viejo cascote del desfile de telares y fábricas que le dio sentido alguna vez». Manuel deja un día la fábrica y con su licencia del Bebebé (formación a distancia), una máxima: dos y dos son cinco, y toda la sabiduría del Manual del detective de primera, monta despacho y contrata secretaria, Elena, una buena chica que tiene siempre información de primera mano de la panadera del barrio. El detective (de primera) don Manuel Molina y Elena Cádiz forman una de las parejas profesionales mejor avenidas de la novela policiaca de todos los tiempos. Cuando don Manuel hace, Elena deshace; cuando don Manuel habla, movido siempre por el irreprimible deseo de decir algo, Elena puntualiza, recompone, aclara. En estos tres primeros casos de Manuel Molina, Laura Malasaña nos presenta a sus personajes con humor, mucho humor, y ternura rodeados de sus vecinos, sus familias y los bares, casas y paisajes de Quinto Pino.