¿Qué mejor manera, pues, para contar La historia de un barrio, que contar al azar algunas de sus historias? Las que transcurren en el patio de un afinca cualquiera, con una criatura que pende de un hilo mientras un monstruo la acecha desde una ventana vacía. La de un alma errante que encuentra en la puerta del teatro Liceu a la mujer capaz de redimirle. La de un misterioso comerciante que colecciona en su tienda toda clase de objetos que alguna vez pertenecieron a los habitantes del barrio. La de una joven estudiante que ve estrellarse sus ilusiones contra la ingrata realidad de la vida laboral. La de un gimnasta bielorruso que llegó con las olimpiadas y un dolor muy antiguo para perderse en el alcohol y las calles del Raval. Historias de gente que habita un barrio y que forman parte de aquella otra historia, esa a la que nos resulta tan difícil acceder.
Javier Argüello