Una magnífica primera novela, original y envolvente, con un final conmovedor, en la que se configura una inesperada cosmogonía de personajes, objetos y escenarios que sólo la literatura logra salvar del olvido.
El río Besós en el extrarradio de Barcelona, el teniente Colombo, la colección de tebeos Joyas Literarias Juveniles, la Esfinge de los Hielos de Julio Verne..., este libro es una esplendorosa evocación, cargada de humor, emoción y abierta poesía, de un lugar y de una infancia: una ciudad del cinturón industrial barcelonés en los años setenta y una familia de inmigrantes. Pero es a la vez un vibrante relato de iniciación a la literatura a partir de elementos en apariencia de aluvión, como los tebeos, las series de televisión, los libros de quiosco o las adaptaciones de los clásicos. Compinchado con su amigo Ruiz de Hita, con el que comparte secretos y lecturas, el narrador recrea las clases de un profesor ex legionario, la pandilla de la escuela, los domingos con su tío Ginés –prototipo del pícaro–, los relatos de una madre que le hablan de un pasado rural para él mitificado, la turbadora presencia de la señora Umbelina, mujer pública, o una noche de Navidad que tuvo algo de fin de una época. En el horizonte se dibujan siempre las torres del tendido eléctrico, las chimeneas de la central térmica, el puente de la autopista y, sobre todo, el río, omnipresente, con su simbología y carga totémica. Pero lejos de ser los testigos de un tiempo inclemente, el de finales del franquismo, todos ellos configuran el escenario mitificado de las lecturas de la infancia. Hasta que el propio narrador descubra también su condición de clase, el compromiso político de sus mayores, y se proponga, a través de la escritura, que el heroísmo de los príncipes valientes no quede enterrado en la despedida de la infancia.