«Se acaba otra vida mía, la vida romana de los últimos tres meses», nos dice el narrador de la espléndida novela Finalmusik, a quien seguimos durante su última semana en Italia antes de regresar a su Granada natal y reencontrarse con su padre. «Todos los personajes, lugares e instituciones, reales o de ficción, sólo aparecen en esta memoria como personajes, lugares e instituciones de la imaginación», nos advierte este narrador, un desconocido de paso, un extranjero, mientras se despide de algunos de los personajes que han configurado su experiencia italiana: la limpiadora Francesca, con quien el último mes ha mantenido una aventura; el marido de ésta, Fulvio, ex boxeador («No le pregunto si se acuesta con su mujer... Y no me pregunta si me acuesto con su mujer»); monseñor Wolff-Wapowski, polaco-alemán, encargado de la casa papalina en la que el narrador se aloja; Stefania Rossi-Quarantotti, profesora boloñesa de semiótica, y antigua maestra y amiga, traumatizada por la relación que mantiene su marido con una chiquilla romana; el marido de la profesora, Franco Mazotti, prestigioso e íntegro economista de un gobierno corrupto, temeroso de que salga a la luz esa relación; o Cario Trenti, el exitoso escritor de la novela cuya traducción el narrador está a punto de terminar a la vez que su estancia en Roma.
La de traducir es «una profesión poco lucrativa, sólo palabras. No lleva a ninguna parte, salvo a desaparecer inagotablemente de sitios en los que nunca estoy definitivamente, ahora Roma». De momento el narrador deberá regresar a Granada y cortar por fin el cordón umbilical que le une a su padre viudo, de quien siempre ha estado separado pero de cuya sombra nunca se ha podido liberar. Finalmusik (nombre de música festiva, para celebrar el final de curso o de temporada) es, hasta la fecha, el mayor logro literario del novelista y poeta Justo Navarro, uno de los nombres absolutamente imprescindibles de la literatura española contemporánea.