Escritas casi simultáneamente, las dos novelas cortas que componen esta obra trabajan con todas las variantes posibles de la narración: la autobiografía, el cuento policial, el relato histórico, la ficción teórica, el diario, el relato sentimental, el cuento fantástico.
«Narrar es como jugar al póquer, todo el secreto consiste en fingir que se miente cuando se está diciendo la verdad.» Así define uno de los personajes el marco donde se concentran las múltiples versiones y las tramas de la historia. A partir de la lógica del complot -«¡También los paranoicos tienen enemigos!», dice otro de los personajes (y nunca se es suficientemente paranoico)-, Ricardo Piglia ha construido una forma circular que remite de un punto a otro de la estructura, un relato lineal donde todos los acontecimientos están entrelazados, atravesados por la amenaza y el peligro, que sin embargo funciona como un juego de espejos o una adivinanza circular.
Un crimen, una intriga. Una mujer en la cárcel es el centro de un calidoscopio donde giran y se entrelazan microscópicos mundos narrativos. Stephen Stevenson ha dedicado su existencia a construir una réplica en miniatura del orden del mundo; encerrado en una habitación de hotel, donde escribe un Diario. A través de una exhaustiva clasificación de la experiencia, intenta contar su vida y conocer el futuro. Tal vez Prisión perpetua sea el libro que mejor representa la visión personal y el estilo de la literatura de Piglia.