Imagina que no tuvieras sentido del olfato. Imagina que jamás te despertara el aroma del café recién hecho, ni el olor a quemado te hiciera salir corriendo de la ducha para rescatar el pan de la tostadora. Imagina que no pudieras percibir la fragancia de un bosque mediterráneo las tardes soleadas de mayo, ni reencontrar a tu amante en la cama vacía. Que nunca te molestara la orina de un gato en tu puerta, ni la peste de basuras y cloacas. Pero que tampoco pudieras detectar el olor de un escape de gas, ni de un incendio.
Así es el mundo de las personas que sufren anosmia, ya sea porque han nacido sin sentido del olfato o porque lo han perdido en algún momento de su vida. Así es el mundo de la autora de esta novela, que padece anosmia congénita, y así es el mundo de Helena Higuera, la protagonista de esta historia de ficción.
Transcurren los años ochenta en un barrio obrero de Badalona, cuando Helena, en el verano de sus once años, comprende que su nariz la hace diferente a los demás. Emprenderá entonces su viaje par ticular en busca de ese mundo de olores que es incapaz de percibir, pero su aventura la conducirá al lugar más peligroso que pudiera haber imaginado, y cambiará su vida y la de los suyos para siempre.