En su nueva novela, Javier Tomeo, a medio camino entre Buñuel y Mary Shelley, vuelve a su territorio más querido y personal: los monstruos. Monstruos por exceso, monstruos por defecto, monstruos como camino de perfección, aprendizaje del otro y de las diferencias biológicas que nos hacen más humanos. Amor al otro, amor a las asimetrías, amor al prójimo por mucho que no cumpla las normas del orden establecido, normas que a su vez Tomeo cuestiona. Constructores de monstruos puede interpretarse como una metáfora del sutil proceso creativo de la propia 64257;cción que Tomeo construye y revisa, hasta obtener el monstruo-novela en su quintaesencia.
Ésta es la historia de dos constructores de monstruos, en una realidad paralela y siniestra a la que Tomeo se acerca desde su especial sentido del humor, negrísimo y goyesco