La concepción que los seres humanos tenemos del arte ha cambiado, cambia y cambiará según el momento histórico y la sociedad en que se enmarque. De hecho, los primeros artistas, los pintores rupestres, no tenían noción de que estuvieran realizando una obra de arte, puesto que el sentido que ellos daban a esas imágenes estaba relacionado con la magia o la religión y no con la estética.
Hoy, sin embargo, consideramos que una obra de arte, al margen de que exprese o no un significado o sentimiento y del modo en que lo haga, ha de producir una reacción estética en el espectador, ya sea de placer o de rechazo, y ha de ser creativa, es decir, ha de mostrar formas de expresión originales.