En París se baila el tango argentino, en Dakar el bikutsi de Camerún, en Los Angeles la salsa cubana. MacDonald’s sirve sus hamburguesas en Pekin, desde Oslo a Ciudad del Cabo se come Pizza. En el mundo entero se visten los mismos jeans y las mismas camisetas.
Esta circulación cultural a escala mundial, muchas veces criticada como una "mundialización de la cultura", suscita reacciones contrariadas. Algunos ven en ella la promesa de un planeta democrático y unificado por una cultura universal. Otros creen que esta mundialización será la causa de una imparable y lamentable pérdida de diversidad e identidad. Finalmente hay grupos que militan para afirmar sus particularismos, incluso recurriendo a la violencia.
¿Dónde hay que buscar la clave para interpretar estos fenómenos? ¿Se halla en la estructura y la dinámica del mercado cultural mundializado o en las características del hecho cultural mismo? Las características peculiares de los bienes culturales no permiten reducirlos a mercancías corrientes. Teniendo en cuenta la función central que la cultura cumple en la vida en sociedad, sólo una reflexión a fondo sobre esta fundamental dimensión de la humanidad puede ofrecer las herramientas conceptuales para avanzar en el análisis de la situación actual.
Esto es lo que se propone el presente libro, al mismo tiempo riguroso y estimulante en su riqueza de observaciones y la originalidad de sus interpretaciones.