El proceso de urbanización de los territorios alejados de la ciudad supone un hecho cultural propio de la sociedad presente. No en vano, el espacio físico de la ciudad constituye el nicho ecológico de la especie humana, pues garantiza la evolución y la organización social. Sin embargo, el desarrollo en las comunicaciones (vehículos, infraestructuras e infoestructuras) responde a la búsqueda por parte de los ciudadanos de una mayor autonomía individual, una relativa inserción en la naturaleza y una vida más lúdica y asocial, en contradicción con el sentido originario de la urbe. Desde esta perspectiva, la tradicional dicotomía ciudad / campo puede sustituirse por la noción de ciudad difusa, caracterizada por unas condiciones particulares de estructura económica, tipología residencial y movimientos migratorios que explican las nuevas directrices en la ordenación del territorio.