Palma es hoy una ciudad contemporánea que conserva los escenarios de su dilatada historia. La capital permite al viajero acercarse a un copioso patrimonio que ha sido respetado y salvaguardado en su mayor medida. La Palma romana, la Madina Mayurca árabe o la Ciutat de Mallorca catalano-aragonesa que descubriremos a través de estas páginas no se puede separar de lo que es en realidad: un paradigma más de urbe de los países que conforman el Mediteráneo, del Mare Nostrum. El mar, la luz, las callejuelas, los olores, los matices, los silencios son placeres gratuitos que en un enclave como éste adquieren un valor máximo.