Viajar por Eslovenia es entrar en las cuevas de Postojna, unas de las más grandes del mundo; visitar el castillo de Predjama, inexpugnable y encajado en una cueva; peregrinar a Ptujska Gora; realizar curas terapéuticas en Rogaska Slatina, la ciudad termal más conocida del país; descubrir las bellezas naturales del Parque Nacional del Triglav; adentrarse en la apasionante historia de Kobarid; en Ljubljana, cruzar el puente Triple o Tomostovje; pasear en barca por los meandros del río Sava o degustar alguno de los buenos vinos blancos de la zona de Maribor. En todo caso es huir de la masificación, gozar de la amabilidad de sus gentes y dejarse seducir por sus bellezas naturales.