La comicidad, en cualquiera de sus formas, puede ser utilizada como instrumento educativo. En esto consiste la función moral del humor y justifica su sentido. Malagón cumple con los modelos de la comicidad cuando bromea y hace juegos de ingenio, cuando se divierte con los equívocos o cuando ironiza. El autor conseguirá que te irrites y te ablandes, que desprecies y admires, que desees y rechaces y, por encima de todo, que pienses sobre política, salud, inmigración, economía, publicidad, humor negro y otros muchos temas.