Poco antes de la invasión nazi de París y de emprender viaje hacia el exilio, Rachel Bespaloff comenzó a escribir De la Ilíada, un ensayo cautivador y penetrante, que ella definió como su modo de encarar la guerra: «Donde la historia muestra murallas y fronteras, la poesía descubre, más allá de los conflictos, la misteriosa predestinación que hace dignos el uno del otro a los adversarios llamados a un encuentro inexorable. Por eso Homero pide reparación únicamente a la poesía, la cual extrae de la belleza reconquistada el secreto de la justicia vetado a la historia. Solo ella restituye al mundo oscurecido la dignidad ofuscada por el orgullo de los vencedores y el silencio de los vencidos.»