Este libro ofrece una visión amplia de la secularización y de su incidencia social tras la revolución de septiembre de 1868. El proceso revolucionario no sólo pretendía eliminar una monarquía corrupta, sino también transformar y modernizar la sociedad española. Sin embargo, no todos los cambios deseados pudieron llevarse a cabo, en parte por la escasez de tiempo y en parte por el conservadurismo de ciertos sectores políticos. En este contexto, la religión y, concretamente, el catolicismo, se convirtieron en un terreno idóneo para la discusión, donde las propuestas modernizadoras entraban en contradicción con la mentalidad imperante.