Un hombre rico acude a una cita con una mujer, concertada a través de la línea erótica. La relación que se establece entre los dos descubre los instintos más perversos que enmascarala pasión y también la inaguantable propensión al horror que esos instintos esconden en los pliegues de sus diversos camuflajes. El hombre llama amor a lo que vive la mujer como una violencia que acabará matándola y ella sólo sabe que el crimen no cuadra, o cuadra mal, con el hecho de que su asesino la quiera con locura. No son estas páginas el acta policial de lo sucedido entre los amantes, mucho menos la reseña peridística del asesinato: antes al contrario, lo que se cuenta aquí es lo que nunca se dirá en ninguna parte, el estado de descomposición en que los cuerpos quedaron por dentro, los silencios que sustituyeron a la risa del asesino cuando le llegaba el orgasmo y se quedaron ahí, llenando las páginas de esta novela sorprendente. Esta última novela de Alfons Cervera regresa al mundo que le era propio antes del que abordó en su trilogía sobre la memoria y su tierra ("El color del crepúsculo", "Maquis" y "La noche inmóvil"): ese mundo en que el lenguaje se convierte en personaje principal de la historia, como si fuera él, más que los otros, el protagonista de lo que se cuenta.