De la plenitud del azar y de sus consecuencias parte el sentimiento de Intemperie. De la poesía de lo diario y de la longitud del recuerdo. Del drama. La vida se concentra en un mismo tiempo, ya que presente y pasado flotan en la experiencia de los personajes: muchas mujeres y algunos pocos hombres, todos protagonistas de las vidas ajenas, gracias a la constante evocación. Quince relatos de carácter autónomo, y a la vez, una misma novela: todas esas presencias se han cruzado casualmente, han proyectado un viaje hacia el interior del otro, aquél que nos justifica el desamor, o la amistad. Lo frío, lo tibio y lo ardiente califican las tres estaciones de la pasión, que es el propio cauce y orden del libro, así como el perfil colectivo de sus caminantes: seres perturbados por la rara belleza de la soledad. Delicioso rescate para el primer y último de los actores, que también aprende a huir.
La crítica ha dicho:
El papel, se sabe, tiene su temperatura de ignición, pero un papel tan bien escrito como éste tarda en arder, por fortuna.
Javier Goñi
(Babelia, El País)
En esta colección ha reunido quince cuentos subdivididos de nuevo en tres grupos: cuentos fríos, cuentos tibios y cuentos calientes. Como se anuncia, la temperatura es el punto unificador, pero esta demarcación inicial no impide que exista una perfecta interrelación entre los varios relatos. (...) Un tono poético y una atmósfera de intimidad recorre todo el volumen y permite al lector involucrarse, de forma activa, e ir reconstruyendo las vidas de estos personajes, marcadas con frecuencia por el patetismo.
Ángeles Encinar
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(Visor libros)