Tres versiones de un crimen van trazándose en esta novela que transcurre en un anónimo pueblo de la costa española: la de un chileno con pretensiones de escritor que ha ejercido toda clase de oficios eventuales hasta salir adelante; la de un mexicano, también poeta y desarraigado, que sobrevive como vigilante nocturno en un camping, y la de un emprendedor catalán metido a político, capaz de todo por llamar la atención de una bella y caprichosa patinadora.
Los peores presentimientos de cada protagonista giran en torno a una pista de hielo construida ilegalmente dentro de una casona abandonada, el antiguo Palacio Benvingut; todos intuyen que el destino es un puñal que pende sobre sus cabezas.
La pista de hielo contiene las claves del universo literario de Roberto Bolaño, las voces entrelazadas que anuncian polifonías posteriores, la clave policíaca, los amores rotos, las ilusiones perdidas. Aquí están también su capacidad de observar la realidad e interpretarla de forma singular, su pulso narrativo o su humor feroz para atrapar al lector desde la primera página, cualidades que lo han convertido en un escritor de referencia indispensable en la actualidad.