El autor novela un hecho histórico: el sitio al que fue sometida la ciudad de Melilla, entre diciembre de 1774 y marzo de 1775, por el ejército del sultán de Marruecos. Durante cien días, cayeron sobre los cuatro recintos fortificados que componían entonces esta ciudad-presidio más de 8.000 bombas, destruyendo casi todas las casas. Cuando los proyectiles de los cañones y morteros marroquíes llovían con la intensidad de un diluvio, los melillenses bautizaron popularmente este bombardeo como el rosario de Mahoma.
Pero esta novela es mucho más que el relato de este asedio. Es la plasmación de un momento histórico en el que chocaron dos imperios, dos culturas vecinas pero a la vez muy distintas, dos maneras muy diferentes de entender la política, la realidad, la vida.
Los dos personajes principales son ambos históricos, como la mayoría de los que aparecen a lo largo de la narración: Mohammed III, emperador de Marruecos; y Juan Sherlock, el mariscal enviado por el rey Carlos III de España para que se haga cargo de la defensa de Melilla. El sultán lleva años preparando un plan con intención de recuperar para su imperio y para el Islam todas las plazas fuertes que los europeos retienen en la costa marroquí, pero sus preocupaciones se multiplican a causa de la actitud rebelde de algunos de sus hijos, la resistencia de las guarniciones españolas, las numerosas bajas que sufren sus tropas, las críticas de algunos de sus generales.