No se trata de Jerusalén, sino de Nápoles, de un barrio de nombre solemne y abusivo, Montedidio, Monte de Dios, en el que hierve la vida de una muchedumbre densa y donde ni los muertos se quedan quietos. A sus trece años, un chaval aprende a trabajar, y también el amor. Se ejercita en secreto para hacer volar un trozo mágico de madera. A su nuevo amigo, un viejo zapatero judío venido del norte de Europa, se le cumple por fin una profecía en forma de batir de alas. El protagonista es un lugar, Montedidio, una elevación de toba habitada durante milenios, con sus estratos de huesos y de cenizas volcánicas. En lo alto de uno de sus tejados, la medianoche del primer día del año explota como un cráter, liberando vuelos, abriendo precipicios. Un soberbio relato servido por la poderosa prosa de uno de los más destacados representantes de la narrativa europea actual.