Una historia pequeña e intensa sobre la iniciación a la complejidad de vivir, del aprendizaje del amor y los tortuosos y ocultos senderos que conducen hacia la compasión.
«Algunas novelas son como los remordimientos: se abren paso sin que la voluntad del autor pueda impedírselo. Un calor tan cercano, en principio, ni se iba a titular así ni iba a tratar de lo que trata. El tema de la infancia sólo aparecía en la medida en que justificaba el comportamiento adulto de la protagonista. Poco a poco, sin embargo, igual que, en mi ficción, Manuela se ve obligada a retroceder más de tres décadas para llegar a la etapa final de su viaje, para ponerse en paz, yo sentí que era ésta, y no otra, la novela que tenía que escribir para saldar, a mi vez, mis propias cuentas. Uno escribe, al menos yo lo hago, para dotar de sentido a lo que no lo tuvo, y para inventar lo que a la vida se le olvidó. Para ordenar el caos.»