Salvo el librero Augustin, los interlocutores de este idilio en la Arcadia de los libros no son franceses: el bohemio Rilke, el alsaciano Herr, el suizo Burckhardt. O, como dice Rilke: no son sólo franceses, sino plenamente europeos, letrados de la supranacional República de las Letras, igual que Ronsard, Racine, La Fontaine y Hebel. De hecho, la poesía de este último (no traducida hasta ahora, aunque la tuvieron en gran estima Goethe, Benjamin, Heidegger y Sebald) es una de las sorpresas de este libro.