Cuatro amigos –el refinado Adelfín, el estrafalario y lúbrico Serafinio, el mayor Loostiló, policía en la reserva, y su compinche Antioquío– parten en busca de un misterioso y pequeño artefacto, el «barbarón bífido», desaparecido o quizá robado durante una fiesta. En un flamante Cadillac, en hidroavión o en barco de vela, armados hasta los dientes y dejando tras de sí un reguero un tanto sangriento, los cuatro (o los que van quedando vivos por el camino) viajan desde París hasta el sur de Francia, y vuelven a París pasando por Borneo, viviendo terroríficas y rocambolescas aventuras. Mientras lanzan explosivos y departen sobre lo divino y lo humano, se topan con personajes entrañables como el inca PopotepecAtlazotl, que los protege desde su avión de combate, con desalmados como el barón Visi, con bellas azafatas como Florence, con temibles ex socios como el holandés Vandenbuic, o con animales tan inclasificables como el célebre Rhizostomus gigantea azureaoceanensis, también llamado, cariñosamente, «rizo».