En "Un inconveniente", como bien apunta Marta Sanz en el postfacio, no sobra ni una palabra, nada es casual; tampoco falta ninguna palabra. Ni una coma. Medida por medida, como diría Shakespeare. El alma humana por el pensamiento extranjero -entendiendo por extranjero como el pensamiento de los demás, el ajeno. Así transcurre esta breve novela, que es más relato, que es casi un poema: entre silencio, ahogos y besos no besados, que diría Salinas de estar en ese barco.