Estamos a finales del siglo XIX Prudence, la viajera norteamericana que protagoniza esta historia, no ha hecho caso a su nombre por una vez en la vida y ha sido «imprudente»: se ha dejado llevar por el amor.
Aunque no le gusta especialmente Italia, se ha instalado allí tras casarse con un viudo que también es padre de varios hijos. Y que, además, muere al poco tiempo de la boda.
¿Qué hacer ahora? ¿Abandonar a su nueva familia, donde convive el poco encanto con el mucho egoísmo, y regresar a Estados Unidos, o quedarse y tratar de consolarse con, al menos, algo sólo suyo, algo que le recuerde a su antiguo hogar, un jardín, por ejemplo? El tiempo pasa y las ilusiones merman. Pero Prudence sigue creyendo en ese jardín ¿Lo conseguirá finalmente o se lo impedirán el destino y sus heredados familiares, terribles en ocasiones, pero esenciales en esta excelente narración llena de sentimientos contradictorios?