Historia de una educación sentimental, y también recapitulación de toda una vida narrada con inteligentes elipsis, La tercera mañana propone un juego de espejos, de posibles identidades, y de confusión entre biografía y ficción.
Una noche, tras mentir a sus padres, Víctor sale de casa para lanzarse a conocer el Buenos Aires nocturno, territorio para él inexplorado, con el propósito de no volver hasta que amanezca. Después de algunos encuentros y situaciones tensas para el adolescente que es, acaba aceptando la invitación de una prostituta para tomar una copa en un abigarrado tugurio frecuentado por borrachos, en su mayoría marineros, pero también por algún actor de comedia ya decrépito. Lo que ocurra desde entonces hasta el alba marcará la vida de Víctor, aunque no es todavía consciente de ello. Sólo en el futuro logrará atar los cabos que esa madrugada se soltaron. Será en dos mañanas muy lejanas en el tiempo: una, cuando tenga treinta años y resida en el París que conserva ecos del reciente Mayo del 68, transformado en un flâneur de la ciudad y tal vez de la vida; y otra cuando, ya con más de sesenta años, convertido en profesor y de regreso en su Buenos Aires natal, vuelva a enamorarse.