Año 1152. La historia tiene lugar en Inglaterra y en Jerusalem.
Jerusalen está en manos de los Cruzados, sin embargo la religiosidad y el idealismo que caracterizó a la Orden de los Templarios en sus inicios, y que empujo a sus fundadores Hugo de Payens y Godofredo de St. Omer a abandonar sus hogares y comenzar la Guerra Santa, se ha ido desvaneciendo y ahora todo lo rige la ambición y las ansias de poder. Mientras tanto en Inglaterra se ha desencadenado una sangrienta guerra civil entre el Rey Esteban y Enrique Fitzempress.
El protagonista de la historia es el templario Edmundo de Payens, nieto de Eleanor de Payens también fundadora de la Orden de los Templarios. En una de sus misiones y con la responsabilidad de proteger al conde Raimundo de Trípoli, éste es brutalmente asesinado y la Orden de los Templarios culpa del asesinato a los Assassins o Naziris, una secta secreta de islamistas.
Ante esta situación el Gran Maestre de los templarios, Bertrand de Tremelai, pide a Edmundo de Payens que se encuentre con Nisam, califa de los Assassins, para exigirle una disculpa y una compensación por el brutal asesinato de un hombre protegido por el Temple. Sin embargo, los Assassins no han tenido nada que ver con este asesinato ni otros que se van desencadenando y todo apunta a que el verdadero culpable es un noble inglés de nombre Walkyn, templario renegado y expulsado de la Orden por brujería y herejía.
La novela es todo un ejemplo de la maestría de Paul Doherty en el género de la novela histórica. Con un lenguaje rico, y muy descriptivo de la época, Paul Doherty nos retrata fielmente un periodo en la historia de Inglaterra marcado por el caos, y la anarquía y donde los problemas de la monarquía impedían el desarrollo de país. Paul Doherty también trae a colación un tema muy tratado en la historia y también en la literatura que es si dentro de la propia Orden del Temple hubo o no herejes.