Harto de pagar sobreprecios por el caucho que le venden los ingleses, el famoso magnate Henry Ford decide empezar a producirlo. Faraónico como de costumbre, encarga a una comisión de notables que identifiquen un lugar en el planeta para montar la más fabulosa fábrica de la historia. El sitio elegido es el Amazonas y allí, sin vacilar, en un proyecto que involucra a los gobiernos de Estados Unidos y Brasil, funda una ciudad: Fordlandia. Pero, como es normal en empresas mesiánicas, nada responde a lo esperado. La selva que se busca colonizar es un lugar de lucha continua, un ámbito que invita a la locura y a la melancolía.