En esta obra, como en ninguna otra, la visión de la ciudad como metrópoli de índole compleja y multirracial, mezcla dinámica de culturas y etnias, aparece como el fascinante reflejo del universo personal del autor. Magníficamente ilustrada por Eduardo Arroyo, Paisajes después de la batalla, en definitiva, merece ser recordada como una de las más deslumbrantes indagaciones de nuevas fórmulas narrativas de la literatura española actual.