No lo colocaría [al autor de este libro] entre los industriales del folletín, que explotan ese peculiar mundo de sueños fabricados a base de historia leída o de deseos vulgares, porque le falta malicia y espíritu práctico y le sobran sinceridad, bondad y candor.
Tampoco le pondría entre los escritores que se dejan llevar por sus ensueños, porque tal vez alejan de los paraísos artificiales el vigor físico, la buena salud, la percepción de la vida real y, sobre todo, el buen humor.
Se trata de un alma un poco vagabunda que os cuenta sueños entrecruzados con observaciones de la vida. Dejad que os los cuente. Vale más escribirlos que ejecutarlos."
Ramiro de Maeztu.