El título de este libro, Contrasombras, puede rastrearse ya en algunos títulos de Medardo Fraile, Cuentos con algún amor, A la luz cambian las cosas o Cuentos de verdad, con los relatos que tienden siempre a acrecentar en el lector la comprensión y el amor, la luz y la verdad, sin caer en ternezas ni homilías, con originalidad, humor y tramas sutilísimas que nos dejan un poso de insatisfacción y belleza, de algo todavía inalcanzado que está cerca y sería humanamente posible con un esfuerzo unísono de nuestra voluntad. En prólogos a varios libros suyos, Medardo Fraile ha escrito que "el cuento no es necesariamente risueño, pero guarda siempre algo de risa, aunque sea dentro de una lágrima. Si no existiera Dios, habría que inventar un dios para los cuentos, porque son creyentes. El cuento -que nos hace meditar con suavidad y nos muestra el mundo como desde una vidriera policromada- camina con soltura por el corazón y la metafísica" (Cuentos con algún amor). "Las personas todas están propicias a realizar, en común, un cuento. Pero nunca pasa. Si alguien le diera al conmutador, ¡qué cambio tan sencillo y tan profundo!" (A la luz cambian las cosas). "Si algo seguro caracteriza a los cuentos de hoy es su pluralidad, su identidad con el hombre y los hechos de la calle, su aire 'corriente'. Digámoslo: su verdad. Sin olvidarnos de que, trascendida, la verdad tiene su expresión máxima en el amor. Los cuentos se acercan hoy, más que a la 'historia', a la confidencia fugaz, angustiosa o ilusionada, al 'timo' de la entrega, al ser del hombre, al último reducto humano de esperanza o protesta, a la euforia o frustración colectiva, al momento raro pero real, a la soledad pensante al servicio de todos. No ayudan a soñar, sino a realizar. Puede que, para algunos, tengan mala cabeza. Pero tienen buen corazón. Por eso quizá no acaban del todo; porque no acaban cuando acaba el cuento, sino cuando acaba el hombre." (Cuentos de verdad).
En Contrasombras, con diversos tonos y técnicas, las palabras oponen luz de choque a las fuerzas negativas de nuestra sociedad complacida e inmersa en su acefalia.