Con la publicación de Agua, el año pasado en Tusquets Editores Argentina, Eduardo Berti no sólo conquistó a los lectores, atrapados por una narración que los mantenía en vilo hasta las últimas líneas, sino que sedujo por completo a la crítica de su país y despertó encendidos elogios de lectores tan exigentes como Héctor Bianciotti, quien, en La Nación, señalaba: «He descubierto, en mi larga vida de lector de manuscritos en editoriales, siete escritores. Eduardo Berti ha sido el séptimo».
Corre 1920 y a una aldea perdida e inhóspita de Portugal, presidida por un imponente castillo, llega Luis Agua, técnico de una empresa de electricidad, con la encomiable intención de convencer a los lugareños de la bondades de la luz artificial. Pero muy pronto Agua comprende que tanto el pueblo como el castillo que lo protege esconden profundos secretos. Una viuda noble en decadencia, un testamento cruel e impertinente que la obliga a casarse si quiere disponer de los bienes familiares, un pionero de la aviación, una epidemia y un final inesperado conforman esta novela en cuya trama casi aritmética caben el amor, la venganza, la comicidad, la muerte, la avaricia…