La bellísima Annunziata deslumbra a un joven príncipe romano. Todo parece indicar que se trata del comienzo de una historia de amor, hasta que se cae en la cuenta de que la verdadera protagonista de este relato es la Ciudad Eterna. Cuando en 1842 se publicó por primera vez en la revista Moskvitianin, apareció con el subtítulo «fragmento» debido a lo inconcluso de la trama, pero el tema central está ampliamente desarrollado. Gógol ve a la Roma del siglo XIX como un antídoto contra los valores efímeros de la modernidad. Las sugerentes descripciones y las finísimas observaciones que dan fe de su pasión por esta ciudad alcanzan su apogeo cuando la espléndida vista desde lo alto del Gianicolo lleva al príncipe a olvidarse «de sí mismo, de la belleza de Annunziata, del misterioso destino de su pueblo y de todo lo que hay en el mundo».