Anagrama publicó, en 1989, un libro de relatos norteamericanos ultracortos con textos de Grace Paley, Donald Barthelme, Raymond Carver, Tobias Wolff, T. Coraghessan Boyle y John Updike, entre un surtido variado y amplio. Los relatos ocupaban apenas entre dos y cinco páginas y si se sostenían era por la alta puntería que su pequeño calibre exigía para el acierto.
En esa misma época, Vicente Verdú, simultáneamente, publicaba en El País Semanal una serie de entregas de carácter muy parecido, y con una agudeza que captó la máxima atención de los lectores. Los requerimientos del formato determinaban que la extensión del cuento rondara las cien líneas pero su emplazamiento en un suplemento del diario exigía, además, precisión e impacto. Vicente Verdú añadió a esto la ternura, la exaltación de lo menudo y un sentido del humor con el que se condimentaba la sucesión de las secuencias en torno a temas de la vida cotidiana. A mediados de 1989, Anagrama publicó con el título de Héroes y vecinos la compilación de los cuentos que habían aparecido hasta esas fechas. Quedó, sin embargo, por reunir tres decenas y pico más que aparecieron a continuación y que componen ahora el grueso de este Cuentos de matrimonios.
Todos ellos tienen por centro y punto de mira el mundo de la pareja casada, protagonista de un amor ya usado, ni demasiado entusiasmada con la vida ni tampoco cerrada a combatir con la cotidianidad en forma de celos, desengaños, sueldos, sexo, vacaciones, adulterios, cumpleaños. Tupido de esa realidad doméstica e inmediata el texto es, junto al magnífico ejercicio de una escritura muy brillante y perspicaz, un álbum de retratos irónicos sobre la conyugalidad y sus partículas afectivas, o despiadadas.