El héroe de esta novela ha llevado una vida regalada hasta el día en que, con motivo de su vigésimo octavo cumpleaños, su padre decide ponerlo a trabajar. Él, que siempre había pensado que «no saber qué hacer con los inútiles no debería ser una excusa para darles trabajo ni mucho menos [...] para hacerlos jefes», se encuentra de pronto inmerso en la vida laboral, en sus mezquindades y rutinas, y en sus dispositivos delirantes para la redención personal. Desde su puesto en una revista de actualidad teatral, asistirá a la ruidosa creación de un nuevo mito escénico, un joven desconocido natural de Los Bosques, una legendaria tierra de bárbaros donde se dice que sólo nace un genio cada dos siglos. Y, aunque en este siglo parece que la plaza de genio ya está ocupada por otro autor consagrado, nacido en la misma región, y poco dispuesto a ceder sus privilegios, la operación se lleva adelante con todas las consecuencias, algunas de ellas no previstas...
Los dos Luises no es sólo una visión de las cocinas donde se cuecen las luminarias de nuestro tiempo, sino también de su caldo de cultivo y del medio en que florecen. Cómica y grave a la vez -porque en ella el humor no es juego-, no es tanto una novela sobre lo oculto como sobre la impunidad de la evidencia en un mundo regido por la voluntad de no ver: un mundo en el que la estupidez está espiritualizada, la autoridad no es discutida y las cosas sólo valen por lo que cuestan o por lo que rinden, nunca por lo que son. Pero es también la historia de las vidas sujetas a tales engranajes, de sus tentaciones, pactos y fugas, del malestar que construye o destruye su intimidad. A través de una narración sumamente selectiva, sin subrayados, y hostil, más que reacia, a las presuposiciones sobre qué, cómo, cuánto y cuándo hay que contar, el lector se verá conducido por caminos insospechadamente trazados y desvíos cuidadosamente elegidos para encontrar los lugares de interés que rara vez señalan los rótulos.
Esta primera novela de Luis Magrinya era, lógicamente, muy esperada, habida cuenta del entusiasmo despertado por sus dos libros de cuentos, que tuvieron una inmejorable recepción crítica. Así Ignacio Echevarría escribió en El País: «Magrinyà es el mejor de todos los noveles. Tiene un talento inmenso y una escritura clásica, a lo Thomas Mann o a lo Musil».