Los relatos incluidos en Nombre falso confirman una vez más que Piglia se inscribe dentro de la mejor literatura contemporánea en cualquier lengua. Al contaminar deliberadamente el relato con la reseña, el cuento con el ensayo o la ficción con la autobiografía, Piglia pergeña un texto que cruza una y otra vez las fronteras entre los géneros.
El atractivo y la originalidad de su estilo inigualable residen en ese cruce en el que desaparece la preocupación por distinguir el papel de crítico del escritor. De entre sus muchas cualidades, Nombre falso destaca por la gran variedad de personajes, que abarcan desde un hombre que prefiere quedarse callado en lugar de decir una palabra que evitará la muerte de un niño. Hasta un boxeador decadente que se aferra a un antiguo recorte de diario que atestigua su efímera gloria deportiva. En la nouvelle que da título al volumen –un texto clave en la narrativa argentina, una obra maestra- se rinde homenaje al escritor argentino Roberto Arlt, al que Piglia rescató para incluir en la tradición literaria argentina. Haciendo una práctica muy refinada de la lectura, Piglia asume ficcionalmente la voz Arlt y predice algo sobre los textos que éste hubiera podido escribir.
«Piglia ha hecho de la literatura una forma condensada de autobiografía, crítica y ficción» (Graciela Speranza, Clarín).
«El escritor posmoderno ejemplar es un profesor que además publica novelas. Sujeto que sostiene la tensión de un doble discurso, un doble registro, un límite, y que encuentra en esa tensión la forma de seguir pensando la literatura. Toda la obra de Piglia se sostiene en ese límite, desde los cuentos de Nombre falso» (Daniel Link, Página 12).
«Su literatura es, entre otras cosas pero de modo decisivo, una forma de leer. Y no es exagerado decir que buena parte de la literatura argentina se lee hoy con los ojos de Piglia» (Demián Orosz, La Voz del Interior).
«A lo largo de la producción literaria de Ricardo Piglia, la historia nacional argentina consiste no sólo en los conocimientos establecidos, sino también en la información clandestina, los dossiers ocultos, las leyendas, todo lo que sólo se sabe por vía no oficial. Así es tanto en la historia social como en la historia literaria. De allí se explica la fascinación con ciertos autores que, más que simplemente productores de su obra, han pasado a ser verdaderos mitos de la vida literaria argentina» (Naomi Lindstrom, University of Texas).