Sin mirar atrás es un thriller sentimental con el mismo protagonista de la primera novela de David Castillo -El cielo del infierno (Anagrama, 2001)-, el antiguo militante libertario Dani Cajal. Los tiempos han cambiado vertiginosamente en los últimos veinte años, y ahora aquel Dani Cajal que había viajado de la prisión Modelo a la Nicaragua de la revolución sandinista se gana la vida en Barcelona como periodista y escritor. Entre dudas y rutinas, mantiene una difícil relación con su joven amante, Clara, hija de una figura del exilio republicano con ciertas similitudes con Ramón J. Sender.
Ambientada en el cambio de siglo, la novela parte de la muerte de un amigo íntimo de Cajal en la prisión de Torrero, Zaragoza. La investigación sobre las causas de esa muerte lo llevarán a reencontrarse con viejos compañeros de la lucha política y a recuperar los perfiles de un pasado en el que la nostalgia puede convertirse en una enfermedad de la conciencia.
A través de una sucesión de paisajes -la Barcelona de la dudosa transformación olímpica, Río de Janeiro y Marruecos- Sin mirar atrás es una novela que se lee con sostenido interés, salpicada de reflexiones que van desde los estoicos hasta los situacionistas de Debord, escrita con un ritmo poderoso y dinámico, servido por una prosa cálida y ágil.
«Sin el temor de caer en la delicia de lo sublime, David Castillo tiene la valentía de menospreciar los ambientes domésticos y de encararse con el horizonte de la épica para conocer con audacia los cambios de dirección del mundo» (Ponç Puigdevall, El País).
«En Sin mirar atrás nos reencontramos con un Dani Cajal que medita sobre una ciudad que está tan herida como sus recuerdos» (Sergi Doria, Abc).
«Aunque Castillo no hubiera firmado el libro un lector informado habría adivinado desde el párrafo que inaugura la novela que ese texto es suyo» (Pilar Maurell, El Mundo).
«Sin mirar atrás propone un juego de simetrías fascinante con El cielo del infierno. Como este libro, Sin mirar atrás surge del descampado, lejos del jardín. Ni que sólo sea por eso, es una buena noticia y una grata lectura» (Julià Guillamon, La Vanguardia).