Un grupo de viejos camaradas son convocados a una cena. Un día estuvieron unidos por un luminoso, aunque confuso, proyecto común: la revolución. Ahora, tantos años después, hacen repaso de sus existencias. El espejo del tiempo les devuelve la imagen de unas vidas vividas provisionalmente, y cuyo vacío se llena a menudo de culpa, desengaño, rencor o traición. Un constructor, un pintor que trabaja de vigilante en un hotel, una profesora, una publicitaria, un novelista fracasado que malvive vendiendo apartamentos a los turistas son los actores principales de una novela compleja y exigente en la que el recurso de la primera persona nos habla de la renuncia a una narración común.
Las voces se suceden, matizan y contradicen unas a otras para tejer una tupida red de vidas cruzadas que se traban en un juego de contrapuntos revelador de las trampas de la memoria. Escrita desde un punto de vista en el que no caben los discursos complacientes, Los viejos amigos propone una reflexión sobre la condición humana y las posibilidades del individuo de intervenir en el curso de la historia, a la vez que saca a relucir las contradicciones que surgen del enfrentamiento entre las miserias privadas y el vacío de ciertos discursos ideológicos.
El estilo que sostiene este andamiaje narrativo recorre una enriquecedora gama de registros, coherente con la naturaleza fragmentaria de la composición y con el tono de desconfianza que recorre las líneas argumentales de la trama.
Novela de voces obsesivas que responde a un tiempo de crisis de valores y de renuncia de los seres humanos a llevar las riendas de su destino, en Los viejos amigos Chirbes continúa su labor de desentrañar algunas de las claves indispensables para entender el demoledor mecanismo del reciente devenir histórico, y se confirma como un novelista absolutamente imprescindible de la literatura de nuestro tiempo.