Un martes al mediodía, en un vagón de metro, el profesor Gabriel Endel ve al diablo. No se trata de un espejismo ni de una alucinación: es Lucifer en persona. El Ángel Caído. Belcebú. Como un pasajero más, mezclado entre los viajeros. Está seguro de ello. Lo sabe porque no es la primera vez que sus miradas se cruzan. Ya le ha visto antes, en distintas ocasiones, a lo largo de su vida. A partir de ese encuentro en el metro, la máquina de evocar se pone en funcionamiento, y Gabriel Endel toma la palabra para narrar y hacer el recuento de las veces que el diablo, adoptando diferentes máscaras y disfraces, cambiando de identidad y de nombre, se ha inmiscuido en sus asuntos. Convencido de que «la biografía entera de cualquier ser humano puede resumirse en la narración de unas cuantas miradas», el protagonista retrocede hasta su infancia persiguiendo ese hilo rojo de la memoria, visita a sus abuelos en una granja perdida, se enamora de una gallina huidiza, camina por una cornisa con los ojos vendados, sobrevive a un accidente, salva la vida por poco..., para finalmente centrarse en su historia de amor con Mónica Friser, la más importante de cuantas ha tenido, y en la cual también descubre que hubo un trasfondo diabólico que complicó su vida hasta extremos imprevisibles y que ha hecho de él lo que hoy es: un solitario.
La voz cantante habla del mal cotidiano, en minúscula, ese mal que todos ejercemos a diario -de forma consciente o inconsciente- contra los demás o contra nosotros mismos. Otra forma de narrar, una novela distinta que reafirma la voz de Eloy Tizón, quien en 2003 fue elegido por la revista La Clave como uno de los 20 creadores más prometedores de nuestra cultura y por el suplemento El Cultural como uno de los 10 mejores escritores españoles menores de 40 años.