Son los últimos tiempos de la Inglaterra victoriana, y allí, en Londres, vive Henry James, un escritor americano. Se ha ganado el respeto de los entendidos con sus novelas, pero comienzan a preocuparle -a obsesionarle, quizá- las escasas ventas de sus libros, el mudo eco de lo que escribe, la pequeñez de su fama. Y decide intentar la aventura del teatro, de ese teatro donde las audiencias llaman a escena al dramaturgo que las ha deleitado -gritan «¡El autor, el autor!»- y le otorgan fama y dinero. Al mismo tiempo, su amigo George du Maurier, ilustrador de la célebre revista satírica Punch, que está perdiendo la vista, tiene que mantener a su familia, y aunque jamás se propuso ser escritor, empieza a escribir una novela. Antes, le ha ofrecido la idea a Henry James, que se la ha agradecido y rechazado. Y el resultado de esta vuelta de tuerca en la carrera de los dos amigos será sorprendente, irónico, trágico y cómico a la vez. Mientras Trilby, la novela de Du Maurier, se convierte en el primer gran best-seller de la literatura moderna, Henry James aguarda despavorido el estreno de su Guy Domville...
David Lodge, uno de los analistas ingleses que divierten a sus lectores con más inteligencia, y además brillante crítico literario, nos sorprende con una novela insólita e inclasificable. Hagiografía -pero ¿qué escritor no haría hagiografía tratándose de Henry James?-, fresco de época, pastiche fulgurante y muchas cosas más. Una novela donde la trama es la construcción de un escritor, donde la vida es la literatura, y la literatura es la vida.