Debería caérsete la cara de vergüenza, primer libro de Sergi Pàmies, es una excelente muestra de esta nueva narrativa urbana, renovadora y ágil, imaginativa, desinhibida y divertida, que tiene en Quim Monzó una figura pionera en el ámbito de la literatura catalana.
Afirma el autor que en la realización de este libro han intervenido, por orden de aparición: un paquete de papel blanco Din A4 Galgo; una estilográfica Sheaffer de las baratas; tinta negra; una máquina de escribir Optima; el diccionario Alcover-Moll y enseres de menor importancia. Han colaborado desinteresadamente actores que hacen: de viejo que alquila recuerdos; de cajero automático moralista; de borracho que no quiere dejar de beber; de feto que no quiere nacer; de guitarrista jubilado; de predicador enfermo; de poeta imbécil; de banquero con problemas de conciencia; de azafata ninfómana; de director de cine polaco y de yogurt con premio.
«Un primer libro de una solidez envidiable y de una casi alarmante seguridad» (Oriol Castanys, Diari de Barcelona).
«Ritmo trepidante... El escenario urbano, la utilización de clichés de la publicidad y de los modernos medios de comunicación (de la televisión a la prensa ilustrada), la introducción de elementos irracionales en la vida cotidiana... La ciudad es omnipresente en los relatos de Sergi Pàmies» (Julià Guillamon, Avui).
«A la actitud irónica y al humor se suman la parodia y la caricatura, recursos técnicos que sustentan el enfoque deformante de una realidad estilizada. Porque tanto los personajes como los espacios sociales y urbanos esbozados en estos relatos conforman una variopinta fauna humana sorprendida en situaciones imprevistas» (Ángel Basanta, ABC).
«Sin aspavientos, estas historietas a un tiempo vaporosas y rotundas que no quedan en la memoria del lector por su "asunto", sino por la inteligente construcción de situaciones, el tono perverso y burlón, esa atmósfera desasosegante que invariablemente reconocemos en cuanto levantamos la vista de la página» (Víctor M. Amela, La Vanguardia).
«Una prosa ágil y fluida y una imaginación portentosa... Un joven maestro por lo que se refiere a crear situaciones de comicidad urbana» (Daniel Fernández, El País).