Un hombre entra en un supermercado en el interior de un gran centro comercial de una ciudad francesa, roba una lata de cerveza y es detenido por cuatro empleados de seguridad que lo arrastran hasta el almacén y lo matan de una paliza. Este sucinto hecho de la página de sucesos es narrado por Mauvignier en una única frase, un flujo de palabras ininterrumpido, con una tensión que llega casi hasta el espasmo, para relatar esa media hora en que acaba de forma insensata una vida, para hacer el relato minucioso de una muerte absurda, para no olvidar, para hacer que nos indignemos.
«Hace falta algo más que talento para atraparnos, arrastrarnos y soltarnos de golpe sólo al llegar a la última palabra» (Pierre Assouline, La république des livres).
«Estremecedor, una implacable obra de arte sobre el cinismo y la violencia radicados en el seno de toda desmemoria social, » (Andrea Bajani, Il Sole 24 Ore).
«Un relato que posee el furor de la invectiva» (Martina Cardelli, Il Fatto Quotidiano).